Enseñanzas espirituales que nos deja el coronavirus

Escrito por: Pastor Yaisel Lima Mugica

Esta terrible enfermedad llamada la Covid-19 ha puesto patas arriba a todo nuestro mundo, afectando según reportes oficiales a más de 180 países, con la importante cifra de 178,8 millones de personas contagiadas y más de 3,8 millones de fallecidos. En nuestro país la covid-19 ha cobrado la vida de más de 1193 personas y ha contagiado a más de 174 789. Hoy se habla en muchas naciones incluyendo la nuestra del pase a la normalidad o como muchos expertos han afirmado “la nueva normalidad, porque la vida nunca más va ser igual.”

Después de haber pasado por esta experiencia vale la pena preguntarse qué se puede aprender de ella, qué lecciones nos deja a los seres humanos. Para nosotros los cristianos que creemos que todo está bajo el control soberano de Dios (“Solo yo puedo predecir el futuro antes que suceda. Todos mis planes se cumplirán porque yo hago todo lo que deseo”.Is.46:10) podemos extraer enseñanzas espirituales de cada evento. Dios usa cada evento de la vida por difícil que este pueda ser para trasmitirnos enseñanzas espirituales.

El Señor nos trasmite un conjunto de enseñanzas espirituales a través del coronavirus

La Biblia está llena de historias donde Dios empleó calamidades y circunstancias difíciles para trasmitir enseñanzas a su pueblo. Una de esas historias bíblicas la encontramos en la profecía de Isaías 45 sobre el Rey Ciro. Este hombre que era un gobernante pagano fue usado por el Señor para crear el mayor imperio conocido hasta el momento, el Imperio Persa, el cual duró más de 200 años hasta que fue conquistado por Alejandro Magno. El Señor usó a Ciro para destruir al imperio Babilónico 539AC y posibilitar de esa forma el regreso del pueblo de Israel y la reconstrucción de los muros de Jerusalén, del templo y la venida del propio Mesías.

El versículo 1 llama a Ciro ungido, Mesías, mostrando como este Rey redimiría al pueblo de Israel de la cautividad Babilónica. No importa qué persona sea o qué circunstancia sea, Dios puede y la va emplear para el bienestar espiritual de su pueblo.

El versículo 2 nos dice cómo el Señor condujo a este gobernante en todo lo que hizo, sin él mismo percatarse. La expresión quebrantaré los cerrojos de bronce nos muestra como las abundantes puertas de la fortalecida Babilonia fueron abiertas por Dios para entregárselas en manos de Ciro. Cuando Dios abre, nadie puede cerrar (… el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre. Ap.3:7).

El versículo 4 es el más intenso de este pasaje; Dios escogió y usó a este rey por amor a su pueblo. No hay nada en este mundo que escape al amor de Dios por la humanidad en sentido general (…porque de tal manera amó Dios al mundo Jn3:16). Lehman en su bello himno El Gran Amor de Dios: «Si fuera tinta todo el mar / Y todo el cielo un gran papel / Y cada hombre un escritor / Y cada hoja un pincel. / Nunca podrían describir el gran amor de Dios / Que al hombre pudo redimir de su pecado atroz» y al amor de Dios por su pueblo en sentido particular (Rom.8:38-39). Esta enfermedad no estaba fuera del plan de amor de Dios por la humanidad.

De igual manera que Dios usó a este monarca pagano para sus fines, Dios ha permitido y usado a este virus para sus planes con respecto a la humanidad y específicamente a su pueblo.

¿Cuáles son las enseñanzas espirituales que como pueblo de Dios encontramos en estos tiempos de coronavirus?

I-La fragilidad humana y la necesidad de Dios (V.5-7)

Esta enfermedad más que ninguna otra ha puesto a prueba el ideal de estabilidad y seguridad del mundo contemporáneo. Los sistemas de salud y de economía de las grandes potencias han colapsado. Muchos ricos y famosos murieron víctimas de esta enfermedad. La comunidad científica se vio impotente al no poder encontrar una respuesta inmediata a la crisis. Todo eso demuestra lo que la Biblia viene diciéndonos desde antaño: somos frágiles, como nos afirma el Sal.103:14 “…somos polvo.” La soberbia humana dice que el hombre es capaz de vivir a espaldas de Dios y triunfar, pero la realidad es completamente diferente. Dios ha usado esta pandemia para tratar con el hombre y mostrarle que debe volverse a Dios, para tratar con su pueblo y decirle me necesitan, nunca olviden esta gran verdad: “nuestra continua dependencia de Dios.” C.S.Lewis escribió: “El dolor es el megáfono de Dios para un mundo sordo.” Tristemente algunos optan por contender con Dios (9-10).

Tengamos cuidado hermano, formando parte del pueblo de Dios creamos que podemos solos y vivamos nuestras vidas de espalda a sus mandatos, y dependiendo de nosotros más que de él. Esta enfermedad nos enseña que la existencia humana pende de un hilo, por tanto dependamos cada día más y más de Dios. Escuchemos la amonestación del profeta Amós (Am.4:6-10). No seamos rebelde y reconozcamos nuestra dependencia y necesidad de Dios en nuestras vidas.

Los versículos 5-7 nos muestran cómo el Señor usaría a Ciro para mostrar al mundo entero que Jehová es el único Dios verdadero que necesita cada hombre en su vida (V-22). En esa ocasión se trataba de un instrumento humano, en esta de un virus microscópico, pero la verdad sigue siendo la misma: “SOMOS DEBILES, NECESITAMOS A DIOS. ESTOS SON TIEMPOS DE TOMAR A DIOS EN SERIO.” Busquemos a Dios en el tiempo en que éste puede ser hallado (Sal.32:6). ¡Qué bueno que estos tiempos convulsos nos llevaran a vivir la misma experiencia del salmista! (Sal.42:1-2).

II-El valor de la familia en nuestras vidas

Otra de las enseñanzas divinas a través de esta terrible enfermedad es que aprendiéramos a valorar mucho más a nuestra familia. Que comprendiéramos la importancia de pasar tiempo con ellos, la necesidad de desarrollar un concepto más familiar de la fe y de la vida cristiana. La primera institución creada por Dios en el huerto del Edén fue la familia. El principal escenario para vivir la vida cristiana no es la Iglesia, sino la familia. Cada uno de los patriarcas del Antiguo Testamento era responsable delante de Dios que toda su familia conociera al Señor y fuera obediente a sus mandatos. Muchos hombres sobresalientes del Antiguo Testamento perdieron su ministerio de servicio en la obra de Dios y sufrieron gran afrenta porque su familia en especial, sus hijos vivieron una vida impía (Elí, 1Sam.2:12, 22,27-32). Otro ejemplo fue Samuel (1Sam 8:3). El Rey David sufrió mucho en su reinado debido al propio descalabro en su vida familiar.

Qué bueno que en estos tiempos se fortaleció el altar familiar, leyendo, estudiando la Palabra y orando en casa. Qué lindo que estos tiempos papá fue más el sacerdote o pastor de la familia y mamá la líder de adoración del culto familiar. Esta era la idea del Señor para el pueblo hebreo cuando les dijo (Dt.6:6-7, 9,20-22)

Hoy se culpa a los programas de la Iglesia, a los pastores, a los maestros y líderes del abandono de la fe por parte de los adolescentes y sin dejar a un lado la responsabilidad de ellos, debemos mirar a la responsabilidad familiar. Muchos de los jovencitos que abandonan las iglesias provienen de hogares cristianos donde no se vive la fe de una manera genuinamente activa. ¡Qué bueno! que esta experiencia nos deje como enseñanza la necesidad de pasar tiempo con nuestras familias e invertir en nuestra búsqueda de Dios en el ambiente familiar.

III-El valor de la adoración comunitaria

Otras de las enseñanzas divinas por medio de este tiempo de coronavirus ha sido mostrarnos el valor de reunirnos cada domingo a adorar juntos. Tal vez sin darnos cuenta en muchas veces hicimos de la reunión dominical algo tan cotidiano que minimizamos su importancia en nuestras vidas cristianas. Para algunos ausentarse se había convertido en algo usual y para otros estar presente ausente de igual modo. Todo este tiempo sin poder estar junto nos muestra cuanto lo necesitamos, cuan imprescindible es para recargar nuestras baterías espirituales. No en balde el autor a los Hebreos nos alerta en Heb.10:25 que no debemos dejar de congregarnos; que esta necesidad se iba incrementar en la medida que se acercaba la 2da venida.

Concluye el pasaje de Is.45 con la expresión se gloriará toda la descendencia de Israel. Somos esa descendencia el Israel espiritual de Dios, por lo tanto estamos llamados a vivir para alabanza de su gloria (Ef.1:6).

Veamos el reunirnos cada domingo como un regalo del Señor y aprovechémoslo en involucrarnos lo más que podamos en forma parte de todo lo que se hace.

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